En época en la que en los mares se encontraban barcos piratas, había un barco en el que el capitán era demasiado estricto y le mandaba numerosos trabajos a la tripulación, además de tener que hacer esfuerzos muy grandes.
Un día, los tripulantes decidieron juntarse para ver qué hacer y cómo darle una lección a su capitán.
Pensando y pensando, se les ocurrió que cuando llegaran a una isla lo dejarían “abandonado”. En cuanto llegaron allí, desembarcaron, bajó toda la tripulación y así lo hicieron, dejaron al capitán con su pata de palo pinchada en la arena.
Pensaron en dejarlo allí un tiempo para que recapacitase sobre lo malo y cruel que estaba siendo con ellos.
Él les pidió que por favor no lo dejasen solo, pero los tripulantes no le hicieron caso, le dejaron agua y comida y se marcharon.
Después de un largo día sin su capitán, decidieron volver para ver si había recapacitado.
Cuando el capitán pudo ver la presencia del barco pirata, les dijo que había cambiado radicalmente, sin embargo, la tripulación no se lo creía del todo, pero, finalmente, decidieron darle otra oportunidad y lo dejaron volver a subir al barco.
A medida que pasaban los días, se fueron dando cuenta de que el capitán estaba siendo muy bueno y consideraron que le habían dado una buena lección y esperaban que eso no volviese a ocurrir nunca más.
La tripulación pensaba que había hecho lo correcto y, además, el capitán también se dio cuenta que gracias a lo que pasó él pudo mejorar profesional y personalmente.
De esta forma, decidió organizar una fiesta para alabarlos y agradecerles el gran escarmiento que le habían dado.
Una vez terminada la fiesta, se creó un buen clima entre todos los compañeros, incluido el capitán que bailaba sin parar a pesar de haberle tenido que hacer unos arreglos a su pata de palo porque después de haber estado en la isla se le había deteriorado un poco.
REFLEXIÓN:
En muchas ocasiones está bien que la gente que nos rodea nos haga ver que nuestros comportamientos no son siempre
los acertados y que, a veces, hay que escuchar y pararse a pensar cómo se sienten los demás con las cosas que
nosotros hacemos o decimos.
FIN