Un día, un hombre se encontraba pegado a la lumbre rodeado por sus nietos. Estos le preguntaron cómo eran sus navidades cuando él tenía más o menos su edad. El abuelo les dijo que se acercaran al fuego que les iba a contar.
Les contó que no había Navidad que no nevase y por eso, era muy raro no hacer un muñeco de nieve y fabricar trineos. Una vez hechos, se subían a lo alto de la montaña y se dejaban deslizar por la nieve.
Aún así, el abuelo les dijo que no pensaran que todo era tan bonito, ya que muchos de los que bajaban con esos trineos prefabricados se pegaban algún que otro golpazo y les salía algún que otro chichón, pero no les importaba.
Por eso, al día siguiente ya estaban otra vez en lo alto de la montaña para poder deslizarse de nuevo, aunque se volviesen a caer.
“Una vez en casa y cuando nuestros padres nos veían nos decían que se notaba lo bien que lo habíamos pasado y nos preguntaban por los chichones. Esto nos hacía tanta gracia que al día siguiente volvíamos con más ganas” – relataba el abuelo.
Sus nietos sentían rabia porque ahora no nevaba y no podían hacer nada de esto. Aun así, el abuelo les dijo que no se preocuparan que algún año nevaría y entonces podrían repetir lo que él hacía cuando era pequeño.
Para sorpresa de estos justamente al año siguiente al despertar pudieron ver como gran parte de la montaña estaba cubierta por nieve, así que no tardaron en ir hasta la casa de su abuelo para preguntarle cómo se hacían esos trineos. Una vez que el abuelo les enseñó y aprendieron a hacerlos se subieron a lo más alto de la montaña y se dejaron deslizar por la nieve. Eso sí, al igual que cuando su abuelo era de su edad, más de dos escaparon con unos chichones, pero les daba igual porque para ellos lo importante era pasárselo bien, no como antes que se pasaban las horas muertas aburridos sin saber qué hacer.
Además, ahí no terminó la cosa, ya que los niños siguieron pidiendo consejos y anécdotas de antes a su abuelo para poder seguir pasándoselo bien. Después de un buen rato pensando, el hombre llegó a la conclusión de contarles otra cosa que hacía en su infancia, pero les pidió que esto lo hicieran cuando fuesen más mayores. Todos sus nietos le dieron la palabra y empezaron a escuchar.
El abuelo comenzó a contarles que ante tanta nieve como había se les ocurrió nada más y nada menos que hacer una especie de casa, pero en lugar de estar hecha de paredes de piedras, era todo de hielo y nieve. Sus nietos le preguntaron que sí allí no hacía mucho frío y el abuelo les respondió:
- "Ni mucho menos, allí se estaba estupendamente y pasábamos unas maravillosas navidades todos juntos"
Después de varios días de anécdotas junto a la lumbre, estas tradiciones del abuelo en Navidad gustaron tanto que fueron pasando de generación a generación.
¡FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO!