Esta historia se remonta a un lugar lejano donde habitaban muchas brujas con las mejores habilidades desarrolladas. No obstante, estas brujas debían pasar sus conocimientos a las más jóvenes, por lo que decidieron crear una Escuela para Brujitas. Todo el pueblo se sintió muy orgulloso de la decisión, menos una de ellas que destacaba por no realizar muy bien las pócimas y carecer de muchas de las habilidades propias de las brujas.
Los profesores no le dieron mayor importancia a su dificultad con las pócimas, pues más adelante aprendería. Sin embargo, el siguiente paso consistía en aprender a subirse a la escoba y si se le diera igual de mal que hacer las pócimas, sería un gran problema porque en este caso, pone en riesgo su salud. Debe volar por el cielo y no sabría bajar, por lo tanto, no le quedaría otra que lanzarse al vacío.
Así que, uno de los profesores sugirió atarle unas cuerdas muy largas a la escoba y de esta manera, podrían tirar de ella si no supiese bajar y evitar daños mayores.
Una vez que la bruja salió con su escoba, como previamente los profesores ya creían que pasaría, no pudo volver a la tierra, por lo que tuvieron que recurrir al invento de las cuerdas. La brujita tocó el suelo y dijo:
- ¡Yo no he nacido para ser bruja! ¡No veis que no puedo llegar a aprender nada de lo que se necesita para ser una de ellas…!
Uno de los presentes le respondió:
- No te preocupes, eres aún muy joven y cuando vayas creciendo irás aprendiendo. Solamente debes confiar en ti.
A medida que pasaba el tiempo y, por consiguiente, la brujita iba creciendo, comenzó a adquirir esos conocimientos necesarios casi de manera inconsciente. Confirmó que lo que un día le dijeron sus profesores era cierto. Sin embargo, aún le quedaba la tarea más difícil y peligrosa de aprender: subirse a su escoba. La joven continuó muy insistente con su aprendizaje hasta que un día pudo observar que en realidad sí que servía para ser bruja y les dio las gracias a sus profesores por sus buenos consejos y sus enseñanzas.
La joven brujita llegó a ser una de las mejores brujas de su época y aprendió a confiar en ella misma y en sus capacidades. Fue una bruja muy feliz y orgullosa de todo lo que había conseguido.
REFLEXIÓN:
Ninguno nacemos sabiendo hacer todo. Yo mismo, al igual que la joven brujita, he tenido que aprender a lo largo de mi vida y en algunas ocasiones, me ha costado mucho. Pero es bueno ser constante y perseverante con ese aprendizaje porque así, lo conseguimos.
FIN