En una población no muy grande el día de todos los Santos no faltaba una mujer vestida de negro asando castañas. Era una mujer mayor y sus vestimentas no atraían a la gente, nadie se acercaba a comprar esas ricas castañas, pues solo con mirarla daba mucho miedo.
Cierto día, un joven adolescente que pasaba por allí con muchas ganas de comer castañas, se armó de valor y se acercó hasta la mujer. Cuando le dijo que quería comprar, la mujer se sorprendió y le contestó:
- Gracias a Dios que alguien me quiere comprar castañas, pues si no tendría que haber dejado la venta.
Además, la mujer le preguntó al chico que por qué nadie se acercaba hasta su puesto y él le contó que sus vestimentas no eran las más apropiadas, ya que estar así vestida en la puerta del cementerio asustaba mucho a la gente y le aconsejó que para el siguiente año cambiase de ropa.
Así, al año siguiente la mujer decidió utilizar otra ropa de su armario, la cual le sentaba muy bien y con la que se sentía muy a gusto. El cambio fue impresionante y nada más abrir el puesto la gente que antes pasaba de largo ahora hacía cola para comprar estas castañas.
La mujer pudo comprobar que el adolescente que le había dado este consejo se encontraba entre la gente y aunque nadie lo creyese esta mujer tenía un don muy bueno y era el de poder darle a una sola persona en el mundo el
“don para hacer el bien”.
Por tanto, la mujer se acercó hasta el joven agradecida por su recomendación y le dijo que como él la había ayudado tanto, ahora ella le otorgaría este poder, pero le advirtió que nadie podría saberlo, porque si la gente se enterase eso sería como la espuma, la cual va despareciendo poco a poco.
El joven le respondió que por eso no se preocupase, ya que él iba a ser lo más cauto posible.
Cuando el chico se marchó y comenzó a hacer el bien, sus padres se preguntaban cómo podía ser esto posible, sin embargo, él les dijo que era una larga historia y así fueron pasando los días.
Al año siguiente, el joven se acercó de nuevo hasta la puerta del cementerio para buscar el puesto de castañas. Sin embargo, vio que allí no se encontraba la mujer y cuando les preguntó a las mujeres que la conocían le contaron que la dueña de las castañas había fallecido.
El joven se fue a su casa muy triste y decidió acostarse y descansar. ¿Cuál fue su sorpresa?
Cuando empezó a soñar, la mujer apareció en su sueño diciéndole:
- Estaba segura de que no me equivocaba, hice muy bien en darte ese don. Sigue utilizándolo cómo hasta ahora y no te preocupes porque yo estoy bien.
Cuando el joven se despertó, se sentía tranquilo porque ese sueño le había dado paz y felicidad.
REFLEXIÓN:
Las apariencias engañan, cada persona debe ser libre de elegir como quiere vestir sin que esto haga que
el resto de la gente la rechace.
Además, debemos ser agradecidos porque estas personas nos pueden llegar a ayudar mucho.
FIN