En un precioso lugar vivía un joven llamado Jorge. Era un gran amante de la naturaleza y, por eso, cuando salía del colegio lo primero que le gustaba hacer era marcharse al campo, pues tenía esa costumbre.
Uno de los días que el chico se encontraba a solas en el campo, para su sorpresa, escuchó una voz muy bonita
que le decía: “Hola Jorge”.
Jorge por mucho que miraba hacia los lados no veía a nadie y de repente alguien susurraba:
“no busques, si no vas a encontrar a nadie”.
Tras varios días yendo hasta ese mismo lugar y escuchando esta voz tan misteriosa preguntó que de quién se trataba y pudo escuchar: “soy DIOS”.
En un primer momento el chico se asustó y le preguntó qué era lo que quería, sin embargo, esta voz solo quería ser una intermediaria para poder comunicarse con las personas del mundo.
Tras un largo tiempo observando que el joven siempre estaba a solas, decidió elegirlo para este cometido. Le dijo que simplemente le diría cosas que van a ocurrir para que Jorge las pudiera decir y evitar que pasaran.
El chico pensó que la gente lo iba a tomar por tonto y loco, pero la voz le dijo que no se preocupase, que al principio así sería pero, con el paso de los días, todo eso cambiaría.
Jorge quedó convencido, aceptando el acuerdo.
La voz le indicó que lo primero que debía hacer era ir hasta donde se encontraban los vecinos de la población y comunicarles lo que había ocurrido.
Una vez en el pueblo, todos reaccionaron como él bien había pensado.
“Está loco” – decían.
Jorge les animó a que lo acompañaran al lugar donde había ocurrido todo esto. Así, todos los vecinos se dispusieron a acompañarle. Él les avisó que empezarían a escuchar una pequeña voz muy bonita pero, por mucho que lo intentaron, nadie escuchaba nada.
Todos se marcharon decepcionados y cuando el joven se quedó solo le preguntó a la voz por qué no había hablado,
y le dijo:
- “Porque yo solo quiero que tú seas el intermediario, así que atiende bien: quiero que les digas a los vecinos
que arreglen la iglesia del pueblo, ya que se encuentra en muy mal estado y, tal vez, algún día de
los que estén oyendo misa puede venirse abajo y pillarlos”
Jorge no tardó en ir al pueblo para comunicarles lo que le había dicho, sin embargo, seguían tomándolo por tonto.
Así, varios días después, unos buenos arquitectos fueron a comprobar si eso era cierto.
Y, para sorpresa de todos los vecinos, los profesionales les dijeron que llevaba razón, aunque los vecinos decidieron no hacerles caso.
Un día, en el que hubo una gran tormenta, la iglesia comenzó a derrumbarse, con la buena suerte de que nadie se encontraba en su interior.
Tras estos acontecimientos, los vecinos le pidieron perdón a Jorge por no haberle hecho caso por sus palabras y advertencias.
REFLEXIÓN:
No debemos subestimar los consejos y advertencias de la gente joven, aunque parezcan absurdas o fantásticas muchas veces llevan razón.
Es bueno dar confianza a la gente, siendo realistas y conociendo los posibles peligros de las cosas que nos rodean.
FIN