En una villa se encontraba un gran grupo de jóvenes pertenecientes a familias acaudaladas, sin embargo, entre ellas se encontraba una joven que para poder seguir adelante tenía que dedicarse a limpiar casas.
Cierto día, el príncipe de esos lugares decidió ir hasta el sitio donde se encontraban estas jóvenes.
En cuanto se enteraron, todas ellas decidieron ponerse las mejores vestimentas. Por lo contrario, la joven que se dedicaba a limpiar no pudo hacer esto, pues ella no contaba con las ropas adecuadas para esa ocasión.
Llegado el día en el que el príncipe las iba a visitar, se pusieron las mejores galas, esperando que pasase este apuesto hombre. No muy lejos se encontraba la muchacha limpiando la casa, subida en una escalera.
El príncipe justo pasó por su lado y ordenó parar la carroza de caballos para poder bajarse.
El resto de las jóvenes se quedaron sorprendidas al ver que pasaba de largo.
Cuando el príncipe se bajó de la carroza, se acercó hasta la joven y le preguntó por qué no estaba vestida tan elegante como las demás, y ella le respondió:
- Disculpa príncipe, pero yo no cuento con tanto dinero para poder verle con mis mejores galas, no cuento con vestimentas apropiadas para esta ocasión.
Cuando el príncipe escuchó esto se quedó asombrado y le dijo que estaba dispuesto a aportarle una mejor vida y mejores ropas. La joven no podía creer lo que estaba oyendo. Además, el muchacho le dijo que aunque no llevase las ropas adecuadas había quedado prendado de su belleza.
Cuando el resto de chicas creídas escuchó todo esto les cambió la cara totalmente al ver que el príncipe le cogía la mano a la joven y la subía en su carroza.
Una vez que se encontraban en el palacio el príncipe pidió que le ofrecieran mejores ropas y un baño para asearse. Después de haber hecho esto y de mirarse en el espejo, la joven pudo comprobar que no era tan fea como ella había estado pensando durante todo este tiempo y, así, el príncipe quedó totalmente enamorado y le pidió que pasara junto a él el resto de los días.
La joven se puso muy nerviosa, porque entendía que el joven le estaba pidiendo matrimonio, no sabía que decirle pero, finalmente, aceptó.
Aun así, la joven no entendía como un príncipe tan guapo iba a querer casarse con una limpia casas, sin embargo, el chico le dijo que sobre el amor no hay nada escrito, estaba totalmente prendado de ella y quería que la joven le acompañase en el trono.
Cuando ya estaban prometidos, el príncipe le propuso a la joven visitar el lugar donde se habían conocido.
Así, cuando iban subidos en la carroza y las amigas pudieron verlos, agacharon la cabeza avergonzadas, ya que la joven limpiadora les había dado una gran lección como era que no por ser más guapas ni tener más dinero se puede conseguir el amor que queramos.
La joven era una muchacha humilde y generosa y no les echó nada en cara, pues ni ella se creía lo ocurrido.
REFLEXIÓN:
No se debe juzgar a nadie por sus apariencias o por la primera impresión. Cada persona tiene su historia y lo más importante es la humildad y ser capaces de conocer el interior de los demás.
FIN